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A sus 12 años,Julio César Chávez Zarazúa, estudiante de sexto grado de la escuela Miguel Hidalgo de la localidad Santa Anita, se convirtió en una inspiración para propios y extraños, por su nivel de resiliencia y por su talento al rodar en bicicleta, deporte que practica a pesar de no contar con una de sus extremidades inferiores.
El estudiante afirma con convicción que desde que aprendió a andar en bici, a los 3 años, el ciclismo de montaña es su pasión y uno de sus principales retos, ya que al rodar en bicicleta se siente vivo y libre.
En el aspecto deportivo, Julio César desea firmemente convertirse en ciclista profesional, a pesar de que hace dos años le detectaron un tumor canceroso en la rodilla, lo que le causó una serie de problemas de salud que lo llevaron perder su pierna izquierda un día después de su cumpleaños número 10.
María Dolores Zarazúa Hernández, madre de Julio César, comentó que la decisión de amputar la pierna de su hijo fue de las más difíciles durante todo el proceso, ya que además de practicar ciclismo de montaña, Julio César era bailarín de folklore, le encantaba andar en patines, jugar futbol y nadar, así como asistir a su escuela y convivir con la comunidad educativa, actividades que sigue practicando.
“A partir de la detección del tumor, pasó por ciclos de quimioterapias, fue muy doloroso para todos, ya que en el proceso estuvo en coma por 9 días, perdió su cabello y la memoria temporalmente, pero como siempre, salió adelante y poco a poco se recuperó”, dijo la madre del estudiante.
Julio César comentó que uno de sus más grandes anhelos después del proceso que tuvo que enfrentar para recuperarse, era volver a la escuela, “ya quería regresar, estar aquí, convivir y ver a mis compañeros, inicié con el tratamiento cuando iba en tercero, después, por la pandemia estuve en clases virtuales, pero al final ya me resultaba estresante”.
Para Julio César es fundamental el apoyo de su familia, ya que siempre están presentes para impulsarlo a dar lo mejor de él en todo lo que emprende y para concientizarlo de que la educación es su futuro.
“De grande me gustaría estudiar la ingeniería en electromecánica, quiero crear mis propias prótesis, y crear prótesis para las personas que lo requieran, es un reto para mí”, dijo Julio César.
En la escuela Miguel Hidalgo, donde estudia Julio César, se brinda el servicio educativo de forma presencial a 270 alumnas y alumnos, “las puertas están abiertas para todos los estudiantes, en esta escuela vemos la inclusión como algo cotidiano, todas y todos somos diferentes, y eso es lo que nos hace únicos, aquí no hay barreras de ningún tipo, afortunadamente contamos con lo necesario como rampas, para que Julio César y quien lo requiera, tenga un acceso más cómodo y se desplacen fácilmente en las instalaciones”, dijo Luis Reynaldo Vital Muñiz, director del centro educativo.
Por su parte, Viviana Vega Cruz, docente de educación especial en la Unidad de Servicios de Apoyo a la Educación Regular (USAER), comentó que, es fundamental poner en práctica la inclusión, la empatía y la solidaridad, así como mantener una comunicación constante con los estudiantes, ya que ellos ven en la escuela un espacio seguro, de confort y de convivencia.
“Julio César es un alumno que contagia su optimismo, es sociable, alegre, tiene facilidad para comunicarse y él no presenta ninguna limitante, participa en todas las actividades dentro y fuera del aula, como todas y todos sus compañeros”.
En el mismo sentido, Janet Ortega Rodríguez, maestra de Julio César, habló de la resiliencia del estudiante, “me llena de orgullo ser su maestra y ver en él la capacidad que ha mostrado para salir adelante a pesar de las adversidades, él no deja de ser un niño carismático, solidario y participativo, en él no hay límites y estoy segura de que va a lograr lo que se proponga”.
A pesar de tener un poco de miedo a la discriminación, Julio César vive feliz, el optimismo la alegría y la perseverancia son sus principales virtudes, las cuales aplica en el entorno escolar, donde actualmente es partícipe de todas las actividades que se realizan en su escuela.
Después de un largo proceso, Julio César logró vencer al cáncer, volvió a la escuela y volvió a rodar, apoyado de su prótesis y del amor de su familia, principalmente de su padre, Agustín Chávez González, con quien le gusta buscar nuevos caminos y rutas para rodar.
“Para nosotros es fundamental mantenerlo activo en el deporte, a él le motiva superarse a sí mismo y demostrarle a la gente que no hay límites, que siempre que deseas algo con el corazón, el cuerpo te responde y es posible cumplir los sueños”, dijo el padre de Julio César, quien hizo un llamado a erradicar la discriminación en todas sus formas.
Tal es su motivación que participa constantemente en rodadas de más de 40 km, que organizan clubes de ciclismo. Además, practica natación y juega futbol con sus compañeros de clase.
En este momento su situación de salud es estable, no obstante, constantemente acude a revisiones médicas para monitorear su recuperación.
“Cuando estuve en el hospital, me di cuenta de que todos ahí estábamos luchando por nuestra vida, y pensaba en las personas que deciden entrar al mundo de las drogas y el alcohol… solo les digo que valoren y disfruten la vida, que no tiren la toalla, aprendan a pedir ayuda si es necesario y siempre hagan lo que les gusta, sin dañar a terceros”, dijo Julio César Chávez Zarazúa.
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